Último concierto de la Orquesta de la Televisión Pública Griega (Edward Elgar – Enigma Variations – IV).
No sólo la música o la propia idea de ser el último concierto de esta orquesta te rompe el alma. Algunos comentarios vertidos en el vídeo te recuerdan ese cercano eco de xenofobia que sigue agazapado en Europa (y en el resto del mundo a plena vista) y asoma de vez en cuando para que ninguno olvidemos “cuál es el lugar que nos corresponde”: para algunos, Grecia no merece una orquesta así porque no puede pagarla.
Y ahora parecerá que no hablo de lo mismo: llevamos décadas meando tranquilamente sobre África y Asia (por poner dos ejemplos rápidos), matando a cientos todos los días y condenando al resto al dolor perpetuo para disfrutar aquí de un confort cateto, un confort basado en poseer mariconadas que cuestan la cómoda sangre de otros, sangre de seres humanos de menor calaña que no merecen el esfuerzo de preocuparse o de saber; un confort construido sobre nuestra ignorancia más absoluta y más intencionada.
Ahora que estamos cayendo nosotros ¿quién esperamos que venga a salvarnos?