
¿Qué será más importante saber: si es hombre, mujer, o un buen médico?
Leyendo ayer la declaración de intenciones de un joven político de izquierdas, recientemente nombrado “gran maestre de nosequé” (no me enteré bien, tampoco es importante), encontré mil expresiones del tipo de “nosotros y nosotras”, “compañeros y compañeras” e incluso “los comunistas y las comunistas”. Todo muy extraño, porque no se digna a explicar en ningún sitio la diferencia entre unos y otras. Lo que es seguro es que deben de ser muy diferentes para tener que nombrarlos por separado; si no, se usaría una única palabra que represente a todos, como se ha hecho toda la vida.
Vivimos en un mundo machista, incluso misógino. El dato más obvio que atestigua esta injusticia es que el sueldo de las mujeres es hasta un 30% menor que el de los hombres en prácticamente cualquier puesto. Y quien no entienda esto tiene un problema que quizás pueda tratarse con algún tipo de castración química.
Algunos también opinan que, en este mundo patriarcal en el que vivimos, son necesarios gestos que cambien la visión popular, que normalicen la mentalidad de la sociedad hacia un mundo más igualitario, y así los cambios llegarán más fácilmente (con hincapié en el concepto “igualitario”). Hasta aquí todo parece razonable, se pueden discutir mil pequeñas soluciones.
Hasta que, un soleado día, algún tipo de deficiente lógico profundo pensó que había que acabar con el tradicional castellano (y el catalán también, según parece), asumiendo desde entonces que cualquier palabra de género masculino solo puede referirse a gente con pene y viceversa. Todo por la igualdad. Seguir leyendo ‘Los Gilipollos’